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La fascinante forma en que los perros logran saber la hora

Los perros son animales de costumbres al igual que los humanos y, aunque no lleven un reloj o un teléfono móvil encima, saben perfectamente cuándo es la hora de comer o la de pasear

Agencias

Seguro que en más de una ocasión has estado llegando a casa y has visto a tu perro en la ventana esperándote o a la hora de comer lo has visto sentado frente a su plato esperando la comida o incluso lo has visto sentado en la puerta avisándote que ya es la hora de salir a pasear. 

Debido a su asombroso sentido del olfato y su habilidad para recordar patrones de comportamiento, los perros pueden percibir los cambios más delicados en su entorno y, de esta forma, saber, a su manera, la hora del día.

Seguramente, cualquiera que haya compartido su vida con perros se ha percatado de que, a menudo, pareciera que tienen noción de cuándo es momento de salir a pasear, comer o incluso de cuándo un miembro de la familia está por llegar a casa.

Y, en efecto, es completamente cierto: aunque la noción del tiempo sea algo humano, los caninos saben muy bien la hora que es. O, más precisamente, cuándo les corresponde realizar ciertas actividades.

A nivel menos consciente, el cuerpo del perro reconoce la hora debido a los ciclos de día y noche, que influyen no solo en la intensidad de luz, sino también en las variaciones de temperatura. Sin embargo, el mejor amigo del hombre cuenta también con otros mecanismos para determinar en todo momento el transcurso del tiempo, las rutinas de las personas con las que comparte su vida y cuándo se acerca la hora de sus actividades favoritas… o las que no disfruta tanto.

Expertos en la observación

El mecanismo más poderoso de estos es su extraordinario sentido del olfato , el cual es entre 10.000 y 100.000 veces más potente que el de los humanos, de manera que cambios en el entorno que para nosotros pasan desapercibidos, son evidentes para ellos. Los perros tienen un reloj biológico incorporado: la trufa, es decir, su nariz.

Cada persona, y de hecho, cada ser, posee un aroma único, que proviene principalmente de las partículas que se desprenden de la piel. Aunque alguien se ausente del hogar, su olor distintivo permanece en estas partículas.

No obstante, este olor se va desvaneciendo con el paso de las horas, y aquí es donde entra en acción el prodigioso olfato de los perros: al lamerse la trufa, además de humectarla, están capturando estas partículas aromáticas y transmitiéndolas a su olfato, tan potente que es capaz de determinar la concentración de las mismas.

Si los miembros de la casa siguen horarios regulares, la variación en dicha concentración les indica cuánto tiempo ha transcurrido desde que alguien salió y, por ende, cuándo es probable que regrese.

De hecho, los perros pueden “percibir” el tiempo de manera similar a como lo haría una persona al observar un reloj de arena o de agua.

Alexandra Horowitz, doctora en Ciencia Cognitiva y autora de varios libros sobre el comportamiento canino , describe cómo los olores en una habitación se desplazan a medida que el día avanza:

''El aire caliente se eleva y, por lo general, circula en corrientes a lo largo de las paredes hasta el techo, se dirige hacia el centro del cuarto y desciende. Si pudiéramos visualizar el movimiento del aire a lo largo del día, lo que realmente estamos visualizando es el movimiento del olor a lo largo del día.''

Estos ciclos de olores también les permiten prever actividades cotidianas que ocurren en horarios establecidos, como la hora de comer o de salir a pasear.

A pesar de que su olfato es un reloj preciso, no es su única habilidad para prever el comportamiento de las personas con quienes conviven. Los perros son expertos en la observación en cuanto al lenguaje facial y corporal, y gracias a ello, son capaces de asociar ciertas acciones o expresiones con una consecuencia específica.

A través de experimentos de conducta, se ha demostrado que incluso pueden diferenciar los resultados de comportamientos similares mediante cambios mínimos en la expresión facial, el tono de voz y hasta la postura corporal: esa impresión de que el perro sabe cuándo están tratando de engañarlo , prometiendo llevarlo a pasear cuando la intención real es bañarlo, es totalmente acertada.

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