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Video: Josefina y su adorado toro Sancho

La historia de Sancho, un toro huérfano criado en 1945 por Josefina la hija del ganadero Don David Rodríguez de Atlanga

La señorita Josefina adoptó al toro Sancho, quien tiempo después se convirtió en su mejor amigo. Conoce esta historia de amistad y lealtad de Tlaxcala.

Con tres banderillas clavadas en el lomo, los asistentes a la Plaza de Toros de Orizaba tenían claro que la vida de Sancho pronto llegaría a su fin. Solo esperaban a que el matador Arturo Álvarez ‘El Vizcaíno’, uno de los matadores más admirados de la época, diera la estocada final al toro para que la corrida terminara.  

En ese momento ocurrió algo extraño: una muchacha se acercó sin temor al ruedo extendiendo su mano para acariciar al bovino, el cual se presentó agresivo con la joven intentando darle una cornada.  Aunque a la encolerizada fiera solo le bastaron unos segundos para lamer la palma de aquella chica, tal como lo hiciera un tierno perro con su amo, moviendo el rabo. 

México se entera de la historia de Sancho y Josefina

Ni expertos ni villamelones sabían lo que había detrás de la despedida entre aquella bella y aquella bestia, aunque lo que ocurriría después quedaría para la posteridad. Pero antes de contar cómo terminaría todo, hay que contar el modo en que comenzó la historia de amistad y lealtad entre ellos dos.  

Unos años antes, rondando la década de 1940, una de las vacas que habitaban la Hacienda de Atlangatepec, ubicada en el estado de Tlaxcala, murió en la labor de parto. Pero por fortuna o infortunio su becerro sobrevivió.

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La nueva madre del toro Sancho

Sin una madre que le proveyera leche, pero sobre todo que lo cuidara, el ganadero David Rodríguez tomó la decisión de sacrificar al pequeño animal para que no se convirtiera en una carga. No contaba que su hija Josefina se opondría a tal decisión. 

La chica prometió a su padre darle leche a través de biberones y tomarse el tiempo suficiente para sacarlo a pastar, tal como lo hubiera hecho la madre de este becerro al que terminó bautizando como Sancho, y así lo hizo. Pero no solo eso. 

Josefina y su toro Sancho, inseparables

Con el tiempo Josefina y Sancho se hicieron inseparables. El toro era lo más parecido a un perrito, se paseaba por los pasillos de la hacienda, subía escaleras, se metía a las habitaciones, también se acostaba en la sala familiar. El hecho de que un toro de lidia se comportara como una tierna mascota eran tan atípico que tuvieron que grabarlo para que la gente lo creyera. 

Pero por razones que desconocemos, cuando Sancho alcanzó los 400 kilos, así como la edad suficiente, don David Rodríguez tomó la decisión de meterlo en su cuadra de toros bravos, prestos a batirse con los mejores toreros de la época, el destino quiso que fuera Arturo Álvarez ‘El Vizcaíno’ a quien se enfrentara en la plaza de Orizaba, Veracruz. 

Sancho tenía que cumplir en el ruedo

Se desconoce si Josefina se opuso a que su toro consentido se fuera al ruedo, tal vez en su cabeza estaba la idea de que de alguna u otra forma su animal salvara la vida a costa de integridad de aquel famoso torero, quien sabe. 

El hecho fue que el 15 de abril de 1950, Sancho, con tres banderillas en el lomo, iba perdiendo el duelo contra Arturo Álvarez ‘El Vizcaíno’. Josefina, quien ya sabía que la muerte se acercaba a toda prisa, se aproximó al ruedo para despedirse del toro bravo al que había criado con esmero. Miles de voces se escuchan en las gradas. La gente en la plaza se informaban unos a otros sobre la relación madre e hijo entre aquella chica y aquel animal. 

Con la presión del respetable, los jueces no tienen claro cómo proceder. Pero no tardan en tomar la decisión de perdonarle la vida al toro. Seguramente como lo había previsto de algún modo Josefina, su Sancho volvió a casa con vida.  

Fuente [México Desconocido]

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